martes, 4 de noviembre de 2014

Empeñoso sí, pero no emprendedor.

 Aportes para una radiografía del sujeto no-neoliberal en Chile


La instalación profunda del neoliberalismo en Chile ha creado fetiches, figuras, concepciones, que han sido asimilados, aceptados e incorporados endo-orgánicamente por buena parte de la población, campo donde no sólo debe situarse a la oligarquía político-empresarial sino también a sus vasallos de los sectores medios y populares aspiracionalistas y creyentes de panaceas como el lucro y la libertad financiera. Precisamente, es el concepto de emprendimiento el que pareciera encarnar al sujeto de la revolución neoliberal madura instalada por el poder hegemónico de la elite hace cuarenta años atrás.
Hoy, como nunca antes en la historia de este país, este sujeto protagoniza la vida cotidiana. Lo vemos en las portadas de los diarios, en los matinales de los canales de televisión, protagoniza la política, el fútbol rentado y el espectáculo. Se le ve siempre fresco(a), lozano(a), bien vestido(a) y con maneras adecuadas, protagoniza campañas televisivas de “bien público” que terminan beneficiando su bolsillo más que a las familias que a lo largo del país si necesitan urgente ayuda, se le toleran conductas impropias, bizarras o hiperventiladas como “pecadillos veniales” o “salidas de madre” porque además de ser parte de la élite se les considera figuras emblemáticas de la farándula o del “chilean way of life”. También puede tener crisis en su negocios o vida personal pero se le da la oportunidad de “rehabilitarse” por el sólo hecho de pertenecer a ese “sitial” de emprendedores ungidos y santificados por el mercado. Distinto es el sino de los pobres, que si se equivocan deben pagar con cárcel o préstamos usureros, y si se enferman tienen que estar muriendo para ser atendidos en el hospital público.
Para tener una perspectiva de cómo son los emprendedores, podemos plantear las siguientes características, que más allá de su cuestionamiento ético constituyen virtudes para el sistema capitalista avanzado en que sobrevivimos: la pro actividad, el individualismo, el pragmatismo,  creencia a ciegas en la doctrina de lo políticamente correcto, la ambición, la usura, el aprovechamiento, la delación, el chantaje, la superioridad, la agresividad, la subestimación, la discriminación, la xenofobia, el conservadurismo y el autoritarismo, entre muchas otras “aptitudes” que caracterizan a lxs emprendedorxs que observamos a diario en la hora de noticias, en los diferentes programas televisivos y en las jefaturas de los ambientes laborales en que nos desempeñamos.
Frente a estos dignos representantes de la elite chilensis se alza otro paradigma, quizás menos visible y de más antigua data, anónimo y perseverante, tal vez con ropaje y zapatos desgastados y manos curtidas por la pega. Es el/la empeñosx, digamos el/la chilenx esforzadx, bastión de los hogares C y D, que para no sucumbir al presidio mensual del sueldo mínimo o de lo que le queda para sobrevivir “inventa” otras formas de obtención de recursos por fuera del horario laboral semanal, que en sentido completo llega a las 44 horas sin tiempo extra, para acometer los gastos de su núcleo familiar. Incluso hay empeñosxs que sólo viven de ese trabajo “por fuera”, como el caso de los limpiadores de autos, los vendedores y los músicos de la locomoción colectiva, los lustrabotas, los carros de sopaipillas, etc. Muchos de ellos incluso intentan organizarse sindicalmente para obtener condiciones de trabajo dignas, salud, previsión, lo cual los acerca en cierta forma a los beneficios del sector formal.
De hecho, ante la constatación de la existencia del trabajo “empeñoso” informal desde los tiempos salitreros, trabajo “enganchado” o externalizado, libremercadistas como Miguel Kast y José Piñera postularon el Código Laboral de la Dictadura que luego daría lugar a la Ley de Subcontratación que sacramentó la externalización de los contratos, la desregulación de la producción y finalmente el exterminio de la sindicalización. Efectivamente, los neoliberales se dieron cuenta que el trabajo “empeñoso”, no regulado, sin derecho a salud y previsión y sin organización laboral podía ser un arma a su favor para destruir la estructura laboral del otrora estado benefactor y sus conquistas sociales. Y pucha que lo hicieron bien, si hasta los gobiernos de la Concertación y Nueva Mayoría no son capaces de desmantelar “esa” obra dictatorial porque sus “emprendedores” le sacan importante provecho a esta legislación.
En efecto, son muchxs lxs chilenxs que día a día ingresan al mercado laboral en estas condiciones de sub-contratación con la ilusión de salir adelante, de “ponerle empeño” para ganarse la vida honradamente, quizás sin darse cuenta que lo hacen para alimentar las fauces hambrientas de los “emprendedores” que ambicionan la mayor tasa de ganancia con el menor de los costos posibles. Esta depredación infame en las narices del indemne estado chileno nos hace decir finalmente que como trabajador uno es “empeñoso sí, pero no emprendedor”.

Agradecimientos a José Santis de Santiago de Chile. por esta colaboración para Revista el Portal Información y Cultura.

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